sábado, 1 de junio de 2013

El sueño del Colón propio Valeria Lynch, Virginia Tola, Lucía Galán, M. M. Serra Lima, Marcela Morelo, Patricia Sosa, Julia Zenko, Sandra Mihanovich, María Graña y Fabi Cantilo, juntas en el gran Teatro.

A finales de los ‘80, Berugo Carámbula tenía un programa de juegos en Canal 9. La ganadora se paraba sobre “el arcoiris de las ilusiones” pintado en el estudio y se perdía por bambalinas. El uruguayo miraba a cámara, sonreía y decía: “Los sueños, sueños son. Pero aquí se hacen realidad”. Y, por la magia de la televisión, la señora salía vestida de princesa.
Algo de eso hubo el miércoles en el espectáculo Las elegidas: Los éxitos sinfónicos en el Colón, organizado por la productora Sinergya y auspiciado por el Gobierno de la Ciudad. Valeria Lynch, Virginia Tola, Lucía Galán, María Martha Serra Lima, Marcela Morelo, Patricia Sosa, Julia Zenko, Sandra Mihanovich, María Graña y Fabiana Cantilo dieron un recital con canciones populares, junto a una orquesta y un coro integrados por cien mujeres. La dirección fue de Natalia Dorfman.
En la gran mayoría de los casos -Tola era la única cantante lírica- fue la primera vez que pisaron ese escenario. Y durante la noche, el clima y las palabras fueron de festejo, de alegría, de haber llegado a un lugar en teoría reservado para la música “culta”. La experiencia de primerizos también fue del público. “Usted que es periodista, ¿cuánta gente entra en este teatro?”, preguntó una señora en el palco. Otros le gritaban “Diosas argentinas” o “ídolas” a las cantantes vestidas por Jorge Ibáñez.
“Ay, qué nervios”, decía María Graña, mientras le temblaba el micrófono en la mano. “Los sueños se pueden hacer realidad”, aseguraba Serra Lima. “Cuando veo algo que me gusta, siempre digo: ¡Al Colón! Ahora estoy acá”, festejaba Lynch. Y otras les dedicaron su canción a familiares que estaban en los palcos o en el cielo.
Desde el bolero al tango, pasando por el pop y las baladas, el repertorio fue variado y con resultados dispares, como suele pasar con las experiencias de poner canciones populares en una cápsula sinfónica. Los ejemplos más felices fueron los simples y eficaces, con una vocación de economía de medios. Fue el caso del piano y las cuerdas para acompañar la versión de Mihanovich de Puerto Pollensa. O el buen relevamiento entre voz y orquesta en Honrar la vida, con Zenko.
A mitad de programa, hubo un homenaje a voces que ya no están, como Mercedes Sosa, Tita Merello, Estela Raval y Gilda. Se escucharon sus voces y fragmentos de canciones de su repertorio; hasta hubo un momento para No me arrepiento de este amor, que el público acompañó con palmas para urticaria de los puristas.
Al final, Tola, Galán y Morelo hicieron El día que me quieras. En el medio de la canción, ante tanto despliegue de la cantante lírica, Morelo hizo un gesto elocuente, como diciendo “esto es demasiado”. Con humor, la integrante de Pimpinela dijo después: “En este escenario, la única cantante es ella”. Tola devolvió gentilezas diciendo que nunca había vivido una ovación así en el Colón. Lynch, Zenko, Mihanovich y Sosa siguieron con Por qué cantamos.
Las diez cantantes cerraron con Honrar la vida y la gente pidió bis. La canción de Eladia Blázquez se escuchó por tercera vez en la noche. “Eso de durar y transcurrir./No nos da derecho a presumir/ Porque no es lo mismo que vivir/ Honrar la vida”, cantaron ellas y el público. Un espectador emocionado alcanzó a revolear un sweater.
En el programa de Berugo, las ganadoras aparecían vestidas como princesas, con una belleza “subyugante” como le gustaba decir al conductor. Ellas ganaban la posibilidad de seguir compitiendo en el programa, hasta tres veces seguidas. Quién te dice… Los sueños, sueños son. Pero en el Colón se convierten en realidad.  

Por Diego Jemio

fuente:clarin.com 

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