martes, 18 de octubre de 2016

Las canciones eternas. Emotivo homenaje a Spinetta en el Konex Música. Homenaje a Luis Alberto Spinetta en el Konex Liderados por Javier Malosetti, músicos compañeros de ruta del 'Flaco' recrearon parte de su repertorio, en una noche llena de emociones.

En dos generaciones se cruzaron varias visiones nada etéreas sobre Luis Alberto Spinetta en El Marcapiel, el homenaje (o celebración) que dirigió Javier Malosetti este domingo “de la madre en años luz”, en el patio abierto de Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131), al cierre de los festejos por sus diez años.
Las estrellas flotaban en la noche y 2.200 personas se rozaban conCristálida y su melodía orquestal, recobrada por dos teclados en conexión misteriosa: “Sombras inútiles del parque, los que llamaron no aparecieron, todo gigante muere cansado de que lo observen los de afuera”, endureció su voz Lisandro Aristimuño, de 37 años, y Rubén Goldín, de 61, endulzó la suya para cantar la estrofa final: “Todo gigante muere cansado de que lo observen los de abajo.”¿Cuántos espejos, para las nuevas miradas críticas sobre la realidad, puede alumbrar Spinetta? En El Marcapiel se vivió un encuentro íntimo de 16 compañeros que combinaron sus instrumentos y voces -a patio lleno- reuniendo lo espectral y lo terrenal a metros de los demás. Nada flaqueó con los profusos bajos y guitarras de Malosetti, presente en cada momento de este viaje a la par de dos seres, teclado con teclado a la par, que elevaron melodías y texturas analógicas y digitales: el Mono Fontana y Claudio Cardone. Delante de todas las combinaciones que puedan motivar el placer, la conmoción y la amistad. Hasta Aníbal “La vieja” Barrios, asistente y cebador de mates eternos de El Flaco, estuvo para cuidar que cada enchufe siguiera su curso de luz.
Tras Cristálida (o Aguas claras de olimpos), el tema veinte de la lista en el Konex y con el que termina el disco doble Pescado 2 (1973), quedaban pendiente joyas de distintas etapas y visiones de la vida sonora de Spinetta, desde varias voces estelares. Rubén Goldín fue a la progresiva Figuración y estrenó en vivo Iris, esa bella balada ternaria del disco póstumo de Spinetta, Los Amigo (2015); Aristimuño, Fabiana Cantilo y Dhani Ferrón se reunirán en 8 de octubre, el calmo rock con letra de León Gieco, nacido de su militancia compartida en la asociación “Conduciendo a conciencia”. Y muchas más voces tendrían unión en dos canciones coreadas por la multitud para decir adiós y procesar los mapas musicales de El MarcapielQuedándote o yéndote (del discoKamikaze) antes de Rutas argentinas.
Detrás de las voces hubo presencias en calma: Lito Epumer con sus acordes y solos de viola eléctrica de gozosa dificultad; Sergio Verdinelli, con su pegada e inventiva de sus tambores (y tuvo otra bata Rodolfo García, maestro de los suaves platillos). Con ellos hubo muchos cuerpos más para conectar con Spinetta y sus bandas; eternas pero aún no escuchadas en su totalidad. ¿Será un signo que el público de clase media en el Konex sea de 50, de 40 y de 30, pero también de 20 años? En ellos se expandió y flotó una dulce aspiración encendida por la luna enorme. Por delante espera la masividad para Luis Alberto Spinetta.
A las 20.15, la primera ovación había sido para Rodolfo García y Emilio del Guercio. Con el sostén de este cónclave de amigos, dos de Almendra combinaron sus voces en Hoy todo el hielo en la ciudad y enFermín. Luego, con Amarilla flor, Dhani Ferrón expuso su comprensión tímbrica de Spinetta (punto para Daniel Rawsi en sus redobles con alma sobre la batería electrónica). Y Javier Malosetti cerró los ojos en éxtasis trazando el solo blusero y cantando Cementerio Club, mientras Gustavo Spinetta tocaba la batería igual que en el mítico disco Artaud.
Se prendió, la banda, en el juego que seguía: Baltasar Comotto con sus furiosos solos de guitarra en Miro tu amor y Tu vuelo al fin. Entender tanto a una guitarra -llegar así al placer- también puede hacer doler. Pegada al escenario, una piba ofreció una duda largando el humo sin tensionarse: “¿Uhhh, cantará bien esta vez?”. Pero Fabiana Cantilo fue dulce entonando Ella también Casas marcadas: el registro y el tono fueron exactos en su evocación. Tras ella, Lisandro Aristimuño generó otro concepto: traducir en él, para los que vendrán, Fina ropa blanca. A diferencia del resto de los convocados por Malosetti, él nunca tocó ni grabó con Spinetta. Pero nada le fue ajeno esta noche.
“Olé, olé, olé, olé, Machiii, Machiii”, abrazó el público a Machi Rufino, quien grabó su bajo y voz en todo Invisible, en cuatro discos solistas de Spinetta y en Lalala (Spinetta-Páez). Sin efectismos ni tentaciones de egolatría, eligió cantar y tocar dos que nunca grabó: Era de uranio y Enero del último día (ambas de Spinetta Jade). Y esas escalas jazzeras en su bajo, cuando entona Durazno sangrando, ¿parecen venir de un disco o del mañana? Perfección y soltura. Candor y experiencia. Deseo y concreción. Los teclados del Mono y Cardone dialogaron con él, y los compases intrincados fluyeron con la leve brisa de octubre.
Cientos y cientos aplaudían; otros saboreaban sus restos de cerveza tibia en vasos de plástico. Ni con agua o gaseosa dejaban entrar a la gente al patio del Konex: dos de seguridad exigían al público que tirara sus botellitas en un tacho para que todos gastaran adentro. Pero las creaciones de Spinetta logran abrir compuertas siempre. “Pensar que estamos escuchando estas canciones, algunas hechas hace pocos años y otras hace muchísimos años. Y todas están flotando en un mismo presente”, agradeció Del Guercio, y retribuyeron los demás al oír su voz en A estos hombres tristes, con Rodolfo García en batería, y luego a ambos en Leves instrucciones. Almendra otra vez… La voz de Luis Alberto también tendría su arribo al patio del Konex: los dos teclados eternos conectaron e improvisaron mientras se lo veía en pantalla en el video de Hiedra al sol (con esa máscara antigás sobre la nariz, como un pájaro al rastro del sol). Despiértate nena: el mágico David Lebón brindó, con ella, su primera ofrenda, pero la otra fue inesperada: Laura va.
“Ojalá este homenaje se repita pronto”, deslizó Javier Malosetti, que había rockeado Yo quiero ver un tren con la banda. Otra huella -política- de Spinetta: ¿Volverán algún día los trenes rematados desde los años 90, por décadas? A las estrellas no se les pueden pedir respuestas. Sí profesar miles de voces, junto a El Marcapiel, hasta otra celebración: “Este agua lleva en sí, la fuerza del fuego, la voz que responde por ti, por mí. Y esto será siempre así, quedándote o yéndote”. ver nota completa en su fuente. clarin.com

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