jueves, 13 de junio de 2013

Marisa Monte: heredera del Tropicalismo El martes dio el primero de sus dos shows porteños, donde presentó su CD “O que você quer saber de verdade”.

Martes, 21hs. Primero de los dos shows de la cantautora carioca Marisa Monte en el Gran Rex - acompañada por un noneto que integran el histórico guitarrista Dadi, Carlos Trilha en teclados, un cuarteto de cuerdas y el trío Naçao Zumbi- se desarrolló con la sala colmada. Julieta Venegas fue la invitada sorpresa: subió al escenario para cantar a dúo Ilusión.
De pie y frente al público, formando un vértice con la escuadra de nueve músicos que se despliega a sus espaldas, Marisa Monte ocupaba todo el escenario. Aplausos y más aplausos. Abrió la noche diciendo a capella una canción. Todo estaba oscuro y envuelto por una finísima cortina de algo parecido al humo, a las neblinas de estos últimos amaneceres. Así, de a poco, acompañada ya por el noneto y tocando el ukelele abrió el show haciendo O que você quer saber de verdade, canción homónima de su última placa que presenta en esta gira internacional.
De inmediato, de aquella oscuridad original no quedaba nada. Cada una de las 23 canciones del espectáculo fue interpretada al mismo tiempo que sobre el escenario se proyectaban paisajes, formas, palabras y letras. El público permaneció, en general, más receptivo que activo, muy atento a lo nuevo del repertorio de la cantante y al impacto de las intervenciones visuales.
Luego de interpretar Depois, canción de su último disco que describe el final de una relación amorosa cuya letra parece escrita en espejo con Detalhes de Roberto Carlos, la artista abrazó el micrófono de pie, como en actitud de llanto. De la platea le gritaron a coro “Me matás, Marisa”. Al revisitar el tema Infinito particular por momentos parecía una fadista. Su condición de performer fue más evidente aún al mutar en diva con Sono come tu mi vuoi, de la cantante italiana Mina.
En la versión que hizo de De mais niguém -aquel clásico suyo en sociedad con Antunes-, sólo la acompañó su cuarteto de cuerdas y fue mucho menos sambada que el orignal. Estuvo entre lo mejor del show.
Antes de cantar ECT, hablando con agitación y una voz ronca, raspada, evocó a su amiga, la cantante Cassia Eller (1962-2001) y homenajeándola explicó el significado de la palabra portuguesa “saudade” (cuya traducción a cualquier lengua es al menos imprecisa). Expresó que se manifiesta cuando sentimos la presencia y no la ausencia del que no está.
La guitarra de Dadi fue el eje del samba de Paulinho da Viola Para ver as meninas, una de las canciones que junto con la nueva Ainda bem, despertó más pasión entre el público.
El fox trot Verdade uma ilusao, que dio nombre a su gira, mostró que ella sigue sorprendiendo casi como cuando en 1989 editó MM-su primera placa-, empezaba una nueva década, era muy joven y el muro de Berlín caía.
Heredera directa del tropicalismo, Marisa Monte es de las pocas cantantes brasileñas que, surgida a finales de los ‘80 y con una rica trayectoria artística internacional sigue componiendo, cantando e intentando conservar el equilibrio (inestable) entre calidad artística y mercado; conceptos tal vez inadecuados para explicar la música popular. fuente: clarin.com 

Por Liana Wenner

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