viernes, 5 de abril de 2013

Los Jaivas celebran sus 50 años en Buenos Aires El grupo chileno, pionero de la fusión latinoamericana, se presenta hoy en el ND Ateneo. Con Clarín.com, Claudio Parra, el único miembro que estuvo ininterrumpidamente las cinco décadas, repasó la historia de la mano de la música que los influenció.


Hacían música fusión cuando el concepto todavía no estaba delineado. Durante décadas fueron estandartes de la experimentación con la canción popular y se aplicaron a buscar nuevos sonidos, dejando grandes puertas abiertas a la improvisación y la libertad creativa. Fueron progresivos. Y fueron, en cinco décadas, una de las bandas decisivas que Chile exportó al resto de América latina y a Europa. Hoy, Los Jaivas festejarán sus primeros 50 años de vida en Buenos Aires.
El grupo tocará a las 21 en el ND Ateneo, en el marco de la gira "Medio siglo 2013". En todos estos años, Claudio Parra fue el único miembro de Los Jaivas que estuvo, ininterrumpidamente, en la formación. Siendo una de las bandas más influyentes para varias generaciones músicos latinoamericanos, Clarín.com le propuso a Parra recorrer la historia de la banda a través de sus propias influencias.
"A través de nuestra historia , hemos luchado por evitar las influencias concientes", dijo el compositor y pianista, pero también empezó a dejar caer recuerdos.
Nacida en 1963 como los High Bass, casi toda la década del 60 la banda la tomó como una época de aprendizaje, en la que el grupo aprendió a convivir con el público. Parra contó a Clarín.com que los discos de cumbias de Wawancó fueron "los que nos influenciaron el nuestra primera etapa, donde amenizabamos fiestas en Viña del Mar". Pero también que el grupo se maravilló con la Suite Estancia del gran Alberto Ginastera, que los hizo aproximar a la música contemporánea latinoamericana, y con las últimas composiciones de Violeta Parra. "A través de ella aprendimos a conocer y amar nuestra identidad musical", recordó.
Al comenzar la década del 70, y ya con el nombre pasado a Los Jaivas, el grupo editó su primer disco, El Volantín, y alcanza la popularidad durante el gobierno de Salvador Allende.
"Estábamos inmersos en descubrir nuestro propio lenguaje, por lo que tratamos de liberarnos de toda influencia", contó Parra de aquellos años, aunque los viajes le generaron al grupo nuevos descrubrimientos.
En 1973, Los Jaivas se instalaron en la Argentina, donde se quedaron cuatro años. "Durante nuestra estadía en Argentina llegaron a nuestras manos discos como Los Engreídos de Jauja y Los Gaiteros de San Jacinto, y a través de ellos conocimos el folklore profundo, las sonoridades y los ritmos de Perú y Colombia como el huaylas, que posteriormente utilizamos en nuestra obra Alturas de Machu Picchu".
Siguió Parra: "Posteriormente, ya instalados en Europa llegó a nuestras manos un disco del dúo cubano Patato y Totico, quienes con tambores caribeños y con la voz hacían una música increible que nos hizo viajar". También mencionó por esos años la huella de la banda Congreso, sobreviviente de la llamada nueva canción chilena que también buscó la experimentación desde un costado progresivo.
Los 80 encontraron al grupo viviendo en comunidad en el Viejo Continente, y emprendiendo largas giras en las que recorrió Europa de una punta a la otra. Pero las raíces siguieron ahí. En 1982 editó Alturas de Macchu Picchu, un enorme éxito que tuvo incluso un recordado especial de la TV chilena y peruana desde las ruinas incaicas, junto al escritor Mario Vargas Llosa.
Parra rememoró de aquellos años la influencia de la música andaluza de la pareja flamenca Lole y Manuel. "Había una identificación con los músicos que buscaban en las raíces, al igual que el trabajo que nosotros veníamos desarrollando hace mucho tiempo".
Esa década vio a Los Jaivas tocando en varias ciudades de la Unión Soviética, y también en su primera gira por los Estados Unidos y Canadá. En Buenos Aires, el grupo tuvo un concierto especial en 1984. Representó a Chile ante 80 mil personas, en el Encuentro de Fraternidad que celebró el acuerdo de los dos países sobre las disputas limítrofes que estuvieron a punto de llevar a una guerra.
En 1988, en un accidente automovilístico al sur de Lima, muere Gabriel Parra, el baterista del grupo. En Viña del mar lo despidieron 100 mil personas. A pesar de las dificultades anímicas y musicales, los Jaivas continuaron tocando. Al despuntar la década del 90, durante una gira por Sudamérica se suma a la batería, en una canción, Juanita Parra, la hija de Gabriel, que en su debut, tenía sólo 19 años. Y se incorpora.
"Fue el renacimiento del grupo –contó Claudio Parra a Clarín.com- y nos concentramos en la formación de Juanita y la creación del álbum Hijos de la Tierra". Pero no dejaron de explorar la música. "Al regresar a Chile a mediado de los 90, se produjeron interesantes encuentros de colaboración con grupos nacionales como Los Tres. La reinstalación del grupo en esta época en Chile nos lleva a vivir cada uno por su cuenta . Ya no estábamos más en comunidad, por lo que la relación con la música empezó a ir más con los gustos personales de cada uno".
Desde entonces, Los Jaivas editaron tres discos de estudio más, y varias recopilaciones y registros en vivo. Volvieron a sufrir duras pérdidas (en 2005, con el fallecimiento del vocalista Eduardo "Gato" Alquinta, y un año después con la muerte de su hijo Eloy, a los 33 años), pero continuaron haciendo música. Igual que hace 50 años. Un motivo para festejar esta noche.
fuente:clarin.com 
Por Guillermo dos Santos Coelho 
(Twitter: @g2santoscoelho) 
gdossantos@clarin.com

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