jueves, 20 de febrero de 2014

La demorada hora del Litoral Abocado al repertorio tradicional de la región, el pianista y compositor de Paraná inicia hoy una serie de tres shows en Hasta Trilce. Lo acompañan Juan Quintero y Nini Flores.

“Buenos Aires podría ser el trampolín a una proyección más vertiginosa, pero yo tengo necesidad de vivir en un entorno de calma, toda la que se pueda”, responde el músico Carlos Aguirre cuando se le pregunta por qué no ha seguido el camino hacia la gran ciudad que tomaron muchos otros folcloristas. “A veces la misma Paraná me resulta demasiado caótica así que, en dirección contraria a las luces de Buenos Aires, busco lentamente la posibilidad de trasladarme a un área rural. La música es una enorme pasión, pero no la única. La naturaleza y todo lo que de ella se puede aprender me seduce tanto como componer y tocar.” Aunque de tanto en tanto Aguirre baja a Buenos Aires. Hoy abrirá un pequeño ciclo de tres conciertos en Hasta Trilce (Maza 177): en esta primera fecha actuará con el guitarrista Juan Quintero, mañana lo acompañará el acordeonista Nini Flores y el sábado será un recital de piano solo.
¿Qué ha cambiado en tu producción en estos últimos años, desde la salida de “Orillania” (2012)?

Orillania es el fruto de una serie de viajes por Latinoamérica y de los vínculos que surgieron con músicos de cada región. Después, empecé a profundizar en el repertorio litoraleño. En parte porque, como habitante de la región, me lo debía, pero también porque quería recoger composiciones de ese cancionero para versionarlas y dejar un registro discográfico de esa recopilación. Así que ahora estoy en plena escucha de obras importantísimas de Aníbal Sampayo, Chacho Muller, Ramón Ayala y tantos que han contado esos paisajes.
Es curioso que recién ahora te acerques a la música litoraleña. ¿Por qué tanta demora?

Supongo que hay muchas razones: la difusión que en algún momento tuvo la música del Noroeste con Yupanqui y esas duplas memorables-Leguizamón-Castilla, Falú-Dávalos, Hilda Herrera-Nella Castro, entre otras- impactaron por la riqueza musical y literaria. Este último aspecto contrastaba mucho con lo que se producía en el Litoral. El mismísimo Linares Cardoso, quien de alguna manera rescata la chamarrita y la impone como una música con fuerte raigambre en mi provincia, se inició tocando repertorio del Noroeste. Y el Zurdo Martínez, amigo entrañable y referente para muchos de mi generación, también se reconocía “yupanquiano”. Como se ve, al menos en esta postergación, no soy un caso aislado. fuente:clarin.com 

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