jueves, 1 de agosto de 2013

Sergio Tiempo: “Con la Filarmónica estoy muy seguro” Hoy el gran pianista argentino vuelve a presentarse en el Colón, con el “Concierto para mano izquierda” de su amado Ravel. or Sandra De La Fuente.

A dos años de su electrizante versión del Concierto en Sol, el pianista Sergio Tiempo vuelve a tocar música de Ravel en el Colón. Esta vez será el dificultoso Concierto para la mano izquierda. “Es uno de los conciertos que más amo. No tengo que hacer nada para entrar en su atmósfera”, cuenta apenas terminado su primer ensayo con la Filarmónica. “Además, es una obra tan concisa, suceden tantas cosas en tan poco tiempo -y lo bien que suceden-, todo es hermosísimo. Y la gran cadencia del final es casi una especie de recapitulación de lo que pasó, una obra en sí. Creo que se podría tocar esa cadencia sola y ya justificaría el concierto.
¿Es una obra tan difícil como parece, por la cantidad de notas que se tocan con una sola mano?

Es una obra muy compleja, pero está muy inteligentemente escrita de modo tal que incluso las cosas más difíciles se pueden hacer, son pianísticas. El propio Paul Wittgenstein, a quien está dedicada, le pidió a Ravel que la simplificara. Ravel se negó. Pero más allá de las notas, el problema es que uno está acostumbrado a equilibrar el peso en las dos manos y no poder hacerlo complica la vida. Por lo menos a mí, y sobre todo cuando tengo que ir muy arriba en el registro.
¿Por qué?

Porque tengo que desplazar todo el cuerpo. Y hay momentos en que se vuelve muy incómodo. En una época en que la tocaba muy seguido empecé a desarrollar un dolor en el brazo derecho, y no en el izquierdo. A ese punto llega la necesidad de equilibrio corporal.
En el ensayo conversabas con Arturo Diemecke, el director. La versión final, ¿es una negociación entre las ideas del director y las tuyas?

La palabra “negociación” no me parece adecuada porque implica un cierto desacuerdo. Diría que hacemos proposiciones y llegamos a un resultado natural de ese diálogo.
¿Alguna vez sentiste que la versión no llegaría a buen término?

Años atrás sentía esa ansiedad, pero me di cuenta de que eso no pasa. Y con la Filarmónica estoy muy seguro. El salto que pega frente al público es enorme. Las orquestas tienen distintos modos de trabajar: algunas llegan con la obra ya sabida al primer ensayo, otras la empiezan a descubrir en el momento de tocar todos juntos; algunas tienen un solo ensayo -últimamente sucede mucho en Europa- y otras tienen más de dos, y hasta tres, como la Filarmónica. Tener tantos encuentros es una bendición que agradezco.
Más allá de los cambios que surgen en la relación con distintas orquestas, ¿qué progresos registrás desde tus primeras versiones hasta ésta?

Es difícil hablar de mi progreso en esta obra, porque desde siempre me pareció una obra muy clara. A lo mejor mis ideas eran completamente erróneas pero, en el peor de los casos, yo siempre tuve la claridad de querer equivocarme de este modo. Por supuesto que siempre hay cambios, pero eso no quiere decir que la obra mejore, ¡a veces empeora!. Lo que sí siento ahora es una mayor libertad. Sé cuáles son las prioridades. Cuando la aprendía no me daba cuenta del peso que tiene la orquestación y hay pasajes en los que el pianista prácticamente hace mímica. Cuando uno ya sabe eso, conoce lo que vale la pena resaltar y aquello por lo que no vale la pena desgañitarse. fuente:clarin.com

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