martes, 4 de agosto de 2015

"McCartney", abanderado de un maratón de rock Lollapalooza en Chicago.El ex Beatle fue la gran figura del festival que se realizó el fin de semana en Chicago. Todo el color y la intimidad de tres días a pura música.

Hay que comenzar por lo primero. Y si en el rock lo primero son Los Beatles, en esta edición 19ª del Lollapalooza (la décima que se hace en Chicago de este festival que en la segunda quincena de marzo llegará por tercera vez a Buenos Aires), hay que comenzar por Paul McCartney, que a sus 73 años demostró que está en condiciones de rockear a la par de cualquier jovencito, pero con la experiencia y el repertorio de su lado.
Sir Paul fue el número del cierre del viernes, primera jornada del festival que en sus tres días reunió a cerca de 150 artistas en sus ocho escenarios, enclavados en el Grant Park de Chicago, una suerte de Rosedal porteño, aunque de mayores dimensiones y ubicado en plena city financiera. Esa es una de las primeras imágenes que resaltan de esta “experiencia Lollapalooza”, los enormes rascacielos que rodean al encuentro le dan un carácter urbano muy especial. Una suerte de oasis en plena ciudad. Un oasis pensado para recibir a 140.000 personas por día y en la que, además de la música, la oferta incluye gastronomía del más alto nivel (claro que también hay comida rápida en cantidades industriales), espacios para relax, para niños, disquería de cds y vinilos e información sobre energía sustentable y sobre las últimas tecnologías. Un festival que se desarrolló a lo largo del mundo con una identidad propia y que se asegura la adhesión multitudinaria de público más allá de los artistas anunciados (ver Confianza ciega...).
En Chicago hay un sol potente, que hace sentir cada uno de sus 35 grados en la piel. Recorrer el predio del Lolla requiere buen estado físico e hidratación adecuada, pero el esfuerzo vale la pena. Desde las 11.30 se suceden los espectáculos. Los primeros en subir a escena son los artistas del Kidsapallooza, el espacio pensado para los más chicos, que además de escuchar bandas, permite que los niños prueben instrumentos y jueguen con ellos. Alrededor de las 12, ya todos los escenarios funcionan a pleno y cada uno tiene su público. Los que más llaman la atención son los del escenario Perry's, del histórico organizador del Lollapallooza Perry Farrel (ex guitarrista de la banda Jane's Adiction), y donde resuena durante las doce horas de cada jornada la música electrónica. Algunos sostienen que quienes se instalan en ese espacio, se quedan todo el día allí, bailando. Parece ser cierto.
En los otros escenarios, las propuestas son más variadas, del indie al folk, del rock tradicional a la vanguardia. Un recorrido por los artistas del viernes da por resultado cierta inclinación por el pop más radial, aunque hay para todos los gustos. Los adolescentes disfrutan de la joven sueca Tove Lo, los más rockeros se incendian con Black Pistol Fire (y su líder, tocando su guitarra verde, sostenido por el colchón de manos que le ofrece el público). Otros reflexionan sobre la vida en el imperio con Father John Misty y su antihit Boring In the USA (Aburrido en los Estados Unidos). Hay quienes gustan de un más tradicional Gary Clark Jr. o tiran sus lentos pasos de baile con los triphoperos de Glass Animals.
Los números más fuertes comienzan a hacer lo suyo. Los ingleses de Hot Chips ofrecen un show impecable y bailable en el escenario Bud Light (de una marca de cerveza, también hay otro de Pepsi y, el principal, de Samsung), con una baterista -Sarah Jones- con tempo, actitud y muy buen gusto. Al rato, previos a McCartney, salen a escena los Alabama Shakes, la banda liderada por Brittany Howard, que con su mezcla de rock sureño y blues se pone al público en el bolsillo.El final de la jornada es con The Weeknd, en una punta y Paul en la otra. Es decir, uno en el escenario Bud Light y el otro en el Samsung, separados por casi veinte cuadras (hay que ser muy guapo para ir de uno a otro varias veces al día). Mientras The Weeknd -nombre artístico de Abel Tesfaye- ratifica su creciente popularidad y su inevitable camino al estrellato pop mundial (hay quienes lo comparan hasta con Michael Jackson), Paul hace lo suyo en el show más largo del festival, dos horas y cuarto.
¿Y qué decir de McCartney? Su música es la banda de sonido de varias generaciones, todas reunidas en el Lollapalooza con los ojos clavados en él. Arranca con Magical Mistery Tour, de los Beatles, se detiene en su repertorio solista (Save Us, My Valentine), homenajea a Jimi Hendrix con Foxy Lady, a George Harrison con Something. Tiene tiempo de saludar a los lollapaloosos (así nos bautizó), de bromear sin enojarse con el sonido electrónico de Flying Lotus que se cuela desde el Perry's. Sobre Lady Madonna pasa un video en el que se suceden varias mujeres, desde Liz Taylor a la reina Elizabeth de Inglaterra y que tiene su momento argentino cuando aparece la imagen de Eva Perón.
En fin, Macca toca el bajo, el piano, la guitarra acústica, la eléctrica, el ukele y canta si parar durante 135 minutos, con una energía y una afinación impecable. Del repertorio beatle se escuchan We Can't Work it Out, And I Love Her, Blackbird y muchas más. Cuando cantaLive and Let Die, de Wings, explota todo, literalmente. Llamas enormes y fuegos artificiales avisan que el show va terminando. Pero queda una frutilla más: para la versión de Get Back invita al escenario a Brittany Howard, la cantante de Alabama Shakes (podría venir en marzo a la edición del Lolla argentino) y el público tiene las manos rojas de tanto aplaudir. Demasiado para un solo día. El sábado amanece igual de caluroso y soleado. La gente se refresca de todas las maneras posibles: agua al por mayor, gaseosas, pero también vino y cerveza (casi la bebida nacional), pero no hay desbordes ni situaciones violentas.
Desde temprano, la banda adolescente Holychild le pone ritmo a la jornada. Otra vez, al menos en las primeras horas, reina el pop. Charli XCC desgrana un hit tras otro -es la de I Love it (I don't Care), que tanto sonó en publicidad y en TV-. El escenario electrónico levanta temperatura con Caked Up, también repleto de canciones híperescuchadas en la TV. La primera gran sorpresa, por lo grato, del festival la dan los ingleses de Django Django. Con tres discos en su haber y sin abusar del éxito de su canción Default (vaya nombre) hacen un set festivo y bailable, que se corona cuando aparecen entre el público cinco jóvenes vestidos con trajes blancos que invitan a danzar a quien se les cruce. Es que en el Lollapalooza, los atuendos raros valen mucho. Pasan personas disfrazadas de indios, de emperadores, con cabezas de burros o de jirafas. Otros llevando animales inflables como monos o venados. Otros con platos voladores y máscaras de Arturito, de La guerra de las galaxias. También hay mucha camisetas de básquet, de fútbol americana y de hockey sobre patines. Y se ven algunas remeras de Brasil. Y si bien no se distingue ninguna argentina, el orgullo nacional está salvado: pasan varios con la 10 de Messi del Barcelona.
En el escenario principal es el turno de los australianos de Tame Impala (otros que estarían en el Lolla de marzo en la Argentina). Y si bien su performance es más que correcta, los americanos encaran en masa para el escenario en el que va a presentarse el rapero Kid Cudi. Es que este festival es así. Es tal la oferta que a veces hay que frustrarse, escuchar el show de una banda por la mitad para ver la mitad del de otro. O directamente optar y perderse alguno de los grandes, para ver a otro o para descubrir a un tercero. Son las reglas de juego, todos las conocen de antemano y tanto el público como los artistas saben que es así.
En todo eso se piensa cuando para el cierre del sábado hay que convivir con los shows de Metallica y de Sam Smith. Los metaleros son locales en cualquier cancha que jueguen y tienen un repertorio inoxidable (buen metal), más de 30 años de rock sobre sus espaldas y garantía de buen sonido. Smith llega con el aval de ser el más ganador de los últimos premios Grammy (se llevó cuatro) y con, al menos, dos hits rompecorazones: I'm Not de Only One y Stay With Me. Y sólo tiene 23 añitos.
Metallica sube al escenario a 100 fans, que los acompañan desde allí todo el show. Repasan su gran repertorio, desde Fuel Master of Puppets, pasando por Whiskey in the Jar y cierran con Nothing Else Matters y Enter Sandman. Saben lo que tocan, lo hacen mejor que nadie y también los despiden con fuegos artificiales.
En la otra punta, Smith canta una balada tras otra y es imposible discernir en cuál de los dos shows hay más gente. El joven tiene carisma y un registro vocal que va desde los graves más profundos a los mayores agudos. Y todo lo canta sin esforzarse y con una sonrisa. También se lleva un 10 felicitado y les da la razón a quienes confiaron en él para ser número principal -aunque prolijamente su show terminó diez minutos antes que el de Metallica- semejante festival.
Para el domingo presagiaban lluvia, pero nada de eso sucedió y la jornada de ayer volvió a desarrollarse entre el calor intenso y las distancias -a esta altura- cada vez más largas. Y sirvió para conocer a una banda en ascenso con Twenty One Pilots y para disfrutar de la cada vez más consolidada Florence + The Machine, con la responsabilidad de cerrar el Lollapalooza Chicago 2015.
Hasta el año pròximo.

EN MARZO DE 2016, OTRA VEZ EN ARGENTINA 
La tercera edición del Lollapallooza argentino no tiene fecha confirmada, aunque seguramente se hará en la segunda quincena de marzo de 2016, otra vez en el Hipódromo de San Isidro. A diferencia de las dos ediciones anteriores, que fueron producidas por Fénix Entertaiment, esta vez la producción correrá por cuenta de DF Entertaiment, la empresa de Diego Finkelstein -que formaba parte de Fénix-, de reciente creación. Esta productora tiene los derechos de Lollapalooza por los próximos diez años. Pero no son las únicas noticias del mundo Lolla. El 12 y 13 de septiembre se hará la primera experiencia europea. Será en Berlín, con artistas como Muse, The Libertines, Sam Smith, Tame Impala, Fayboy Slim y Bastille. Con entradas que van desde 69 euros por día, se hará en el aeropuerto de Tempelhof. El próximo año, Colombia tendrá también su primer Lollapalooza. Se hará en octubre, en el Parque Simón Bolívar. Así, Colombia es el cuarto país de Sudamérica en recibir el festival, además de la Argentina, Chile y Brasil.Y se espera que en cualquier momento llegue la confirmación de que París, Francia, tendrá también su Lollapalooza.


CONFIANZA CIEGA: 120.000 TICKETS EN MEDIA HORA...
El Lollapallooza tiene algunas características que lo diferencian de otros festivales. Si bien el eje es la música, cuenta con otros ingredientes -como los espacios para niños, el debate de las energías sustentables o la alimentación orgánica- en su presentación. Y una de sus particularidades es que la gran mayoría de las entradas se venden antes de que se conozca quiénes van a tocar en él. El festival de Chicago es un ejemplo. Cuando las entradas salieron a la venta -sin saber cuáles artistas actuarían- se vendieron 120.000 tickets en media hora. La confianza que pone el público es luego retribuida por los organizadores al programar un festival con Paul McCartney, Metallica o Sam Smith, números no precisamente baratos. Otro detalle es el precio de las localidades. La entrada diaria más barata -siempre con Chicago como ejemplo- es de 110 dólares, aunque hay promociones por dos o tres días, que consiguen rebajar ese número. Pero si se opta por opciones más caras, el festival las tiene y cómo. Hay algunos vips que llegan a pagarse 1.000 dólares diarios. Y otros que, por 3.600 dólares por los tres días, tienen balcones propios para ver los shows, comida gourmet y su propio barman. Son gustos. Y diferentes presupuestos, claro. por Walter Dominguez. fuente: clarin.com

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