viernes, 7 de noviembre de 2014

FESTEJO. "Teresa Parodi" celebró tres décadas de canciones en La Trastienda La cantautora correntina, voz indispensable de la música litoraleña, que supo abrazar a la vez una sonoridad latinoamericana, sintetizó su intensa trayectoria con un concierto brindado anoche a propósito de su último álbum, "30 años + 5 días", aunque su recorrido musical supera las tres décadas.

La referencia del título del disco remite a los 30 años transcurridos desde el enero de 1984 cuando la cantora atizó el ambiente del Festival de Folclore de Cosquín -en los primeros días del despertar democrático- para ofrecer una palabra entonces necesaria y que, en la perspectiva de los años, la ha erigido en una compositora indiscutible.

Esa faceta de autora es acaso el mayor de los méritos de Parodi, dueña de la caligrafía de algunas canciones que, por sí solas, justifican una carrera; y muy por encima de su valor como intérprete o instrumentista, donde ya hay terreno fértil para las subjetividades de la opinión.

De esa laya creadora son, por caso, "Mbae pa Doña Froilana", compuesta en colaboración con Raúl Carnota, o los versos cargados de compromiso de "El otro país".

"He visto al otro país/Pidiendo la libertad/De aquellos que encarceló/Sin explicación, tanta impunidad/Lo he visto jugándose/Entero por los demás/De blancos pañuelos va/ Déjenlo pasar, déjenlo pasar", entonó el público en La Trastienda, en aquellos versos que interpelaban, a un mismo tiempo, la militancia de la propia Parodi en la docencia rural como la realidad de un país que se levantaba en los 80 de la tragedia represiva.

El oficio para utilizar estructuras y formas musicales tradicionales sin que parezcan corroídas y la pretensión de abrazar lo universal desde pequeñas historias y narraciones constituyen la esencia del estilo creador de la correntina.

Esa misma vocación por la palabra profunda llevó a Parodi, y se reflejó anoche, por las letras de otros autores, como "Indio", del poeta José Pedroni; "Angelita Huenumán" de Víctor Jara, o la "Milonga del muerto", de Jorge Luis Borges, en una cruza de un lenguaje rioplatense y porteño con las inflexiones sonoras del interior.

El concierto, extenso, mostró un derrrotero con canciones que forman parte del registro colectivo ("Pedro Canoero", "La Primavera", "Olía a Naranjos"), con otras que, sin la misma resonancia masiva, fueron un eslabón en un recorrido que acumula una treintena de discos.

La guitarra de Matías Arriazu (a cargo de los arreglos del disco) y la percusión de Gaspar Tytelman enriquecieron el programa del concierto en el repaso de un álbum que contó con las presencias de otros artistas como Pedro Aznar, Víctor Heredia, Liliana Herrero, Marián Farías Gómez, Fabián Matus, Enrique Llopis, Ana Prada, Charo Bogarín, Chiqui Ledesma, Mariana Baraj, Juan Quintero y Luna Monti.

El fervor y el acompañamiento del público compensaron las falencias que, como es habitual, ofrece La Trastienda para la música que requiere una escucha atenta, a veces víctima -en esa sala- de cierta circulación interna más propia de la vocación gastronómica que del hecho estético.

Sin embargo, en la atmósfera predominó el pulso musical de una artista que, coyunturalmente en la función pública, cultiva una relación con la música, la identidad y el territorio del modo más honesto en que se puede honrar una tradición popular. fuente. telam.com.ar

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